Los animales han sido parte importante en la vida de los seres humanos, ya sea como ayuda para las tareas difíciles o como una simple compañía, ellos han estado presentes en nuestro diario vivir.
Hoy en día la mayoría de las personas adquieren animales domésticos con el propósito de convertirlos en sus mascotas. Muchos de estos se encuentran en un hogar cuidadoso, amoroso y responsable, pero, ¿qué pasa con los demás animales? ¿qué hay de los enjaulados en puestos de venta de dudosa procedencia, sin regulación ni filtro alguno que les asegure tener unos dueños con la capacidad de darles una vida digna? Resulta que la cifra de estos animalitos desamparados y mal cuidados es mucho más grande de lo imaginado.

Estos individuos garantizan al ser humano un soporte para los negocios por su ternura. El deseo de muchos cachorros o felinos enjaulados es una caricia, en sus miradas se ve el deseo de tener una familia, de salir de las diferentes tiendas y que los llenen de amor.
Recorriendo las cercanías de la estación Calle 57 en el comercio de animales nos encontramos muchos establecimientos donde indagamos la realidad que viven las futuras mascotas. Quedamos enamorados de cada uno de los diferentes cachorros que se encuentran en las vitrinas emocionados moviendo sus colitas o de las camadas de gatos con menos de dos meses.

Mientras íbamos buscando los establecimientos, el día estaba oscuro y demasiado frío, de la nada inició la lluvia, no llevábamos sombrilla, tratando de escapar escuchamos como empezaron a ladrar y a maullar los animales, nos dimos cuenta que estábamos muy cerca de las tiendas, así que decidimos mojarnos para llegar rápido.
La historia se vuelve triste cuando empezamos a caminar y vimos algunos peluditos enfermos, quizá por el estrés de estar en cautiverio. Eran impactantes también las diferentes canarias en donde no se podían mover las aves o incluso patos encerrados en jaulas más pequeñas de su tamaño.
Entramos a la primera tienda de aves que vimos y preguntamos al señor que estaba comiendo si podíamos entrevistarlo, este muy respetuosamente nos dijo que sí, le preguntamos por el proceso de compra de uno de los pájaros, si venden algun otro animal, contestó de la mejor manera y nos permitió tomar algunas fotografías.

Pasamos a la siguiente tienda y la lluvia cada vez era más fuerte, esta vez la respuesta fue muy diferente, el lugar estaba lleno de vitrinas con cinco o seis cachorros y camadas de gatos en cada una, cuando entramos, todos estos animales encerrados se ubicaban en el inicio de la reja moviendo sus colas o maullando, parándose en dos patas esperando a ser vendidos.
Saludamos, pero cuando vieron la cámara lo primero que respondieron fue: “el dueño no les autoriza la toma de fotos o realizar entrevistas”, cambiando la sonrisa por una mala cara, por lo que nos tuvimos que retirar del lugar y nos quedamos con un mal sabor debido a que veíamos animales más pequeños de lo que imaginamos, habían sido separados de sus madres más temprano de lo establecido, no creemos que tuvieran mucho más de un nacidos.
Salimos y cada vez estábamos más mojados, la venta de animales era evidente por el olor. En las siguientes tiendas sucedió lo mismo con respuestas como: “los dueños no están”, “no nos permiten hacer eso”, “si no van a comprar por favor retírense del establecimiento”, la sonrisa de cada comprador se volvía un gesto de fastidio.
Quedamos asombrados cuando nos paramos enfrente de uno de estos locales esperando a secarnos un poco para entrar y lo primero que vimos fueron 4 jaulas donde nuestra atención se fue a un pequeño conejo que tenía toda su cabeza calva por el estrés, todo su pelaje estaba regado por diferentes partes del lugar, abajo había un hámster que acababa de tener a sus crías y ella trataba de taparlos por el frío y la lluvia que les entraba, pedimos permiso para sacar fotos y su respuesta fue “no, el jefe no está”.
Seguimos caminando por las tiendas, nos detuvimos un momento y vimos como había una pareja de patos encerrada en una jaula mucho más pequeña de su tamaño, estaba llena de plumas y uno de los patos tenía el cuello doblado, decidimos no entrar al establecimiento por el mismo olor que había, se notaba la falta de atención en el aseo de los animales.
De las 15 tiendas en las que entramos tres o cuatro aceptaron, de buena manera, la toma de fotografías o videos. Empezamos a entrar a los negocios diciendo que queríamos comprar una mascota, solicitando una tarjeta del lugar y sacando el celular para tomar fotos o vídeos para saber cuál era el que queríamos llevar.
Algo muy notorio es la separación de los mininos a las semanas de nacidos, cuando se entiende que estos deben durar un tiempo prudente con sus mamás, pero es todo lo contrario, por eso están en camadas, por el mismo desapego.
Los vendedores, con una sonrisa, nos daban toda la atención del mundo, intentamos conversar con ellos pero en diferentes ocasiones eran muy cerrados en las respuestas, agradecimos, comentamos lo interesados que estábamos en el animal y nos retiramos amablemente. La venta de perros es algo muy atrayente, veíamos muchos con moños, corbatas, aseados y listos para la venta; los que tenían 5 meses los dejaban en su propia vitrina para que fueran vistos por el público y ser llevados más rápido.
Vimos un Husky agradable y cariñoso, entramos al establecimiento, preguntamos por él, su precio y la manera de poder comprarlo, lo sacaron de su vitrina para tener contacto y salió corriendo a jugar con nosotros, en más de una oportunidad no supimos si llevarnos a los animales por ternura o por el dolor que nos ocasionaba verlos en tan malas condiciones.

Este recorrido nos llevó a conocer una pequeña parte del duro mundo que viven estos animales antes de ser comprados. Algunas tiendas nos llenaron de alegría y otras de tristeza, más de una lágrima se derramó por conocer las marcas imborrables que les quedarán a estas criaturas.
Por: Laura Rodríguez (IG: @someone045_)
Maurin Rivera (IG: @_calavera.sentimental)