Íconos de la noche: las legendarias discotecas de Bogotá

Bogotá, una ciudad llena de vida nocturna y rumba, ha sido testigo de la apertura y cierre de numerosas discotecas a lo largo de los años. Estos lugares se convirtieron en puntos de encuentro para los amantes de la música y la diversión, dejando una huella imborrable en la memoria de quienes las frecuentaron. 

Bogotá, una ciudad llena de vida nocturna y rumba, ha sido testigo de la apertura y cierre de numerosas discotecas a lo largo de los años. Estos lugares se convirtieron en puntos de encuentro para los amantes de la música y la diversión, dejando una huella imborrable en la memoria de quienes las frecuentaron. 

Uno de los lugares nocturnos más emblemáticos de hace 30 años fue el Club Disco, ubicado en la avenida 19 No. 116-53. Este lugar, que funcionaba en medio del furor de la música disco, se ganó un puesto especial en el corazón de los bogotanos. Aunque su nombre completo era Club Disco, todos lo conocían simplemente como «Disco». Este exclusivo club sólo admitía a sus afiliados y se convirtió en el favorito de muchas personas gracias a su buena música y ambiente acogedor.

Antes de su apertura Bogotá contaba con otro sitio llamado Funky Bar, ubicado en la carrera Séptima con calle 85. Sin embargo, debido a la creciente popularidad de la zona y la demanda de nuevos espacios de entretenimiento, decidieron mudarse a la Pepe Sierra con Av. 19, donde se encontraba un mini centro comercial que ya albergaba otras discotecas como La Fuente Azul, Topsi, Cabaret y Unicornio. Este cambio les permitió ampliar su clientela y ofrecer un parqueadero en la parte posterior del centro comercial.

Foto de: Facebook | Discovery Club Bogotá

Club Disco rápidamente se convirtió en un éxito entre los bogotanos. La música que sonaba en sus instalaciones abarcaba géneros como disco, dance, soul, rock y, por supuesto, la salsa, ritmo que siempre ha estado arraigado en la sangre de los latinos. Este ambiente era como el de una gran familia donde todos se conocían y reinaba la tranquilidad; sin embargo, tras cuatro años y medio de éxito decidieron mudarse a la calle 96 con carrera 11 debido a que la Pepe Sierra se volvió demasiado agitada y peligrosa.

Además de su popularidad entre el público en general esta discoteca también se convirtió en el lugar de encuentro de numerosas personalidades famosas de la época como artistas, modelos, políticos y profesionales. Su reputación era tal que incluso se utilizaron sus instalaciones para grabar programas de televisión y organizar fiestas privadas.

Foto de: Facebook | Discovery Club Bogotá

En los años 80 Bogotá vio nacer Discovery Club, la primera discoteca de su tipo en la ciudad. Con su estructura de cuatro pisos y cinco pistas de baile, atraía a secretarias, oficinistas y jóvenes de la época. El bar, con un aforo de 1.200 personas, ofrecía una mezcla de géneros musicales, incluyendo salsa, merengue, rock en español y música electrónica. Con el paso del tiempo se convirtió en un lugar icónico y sus instalaciones quedaron inmortalizadas en producciones como Pedro el escamoso

Dentro de esta discoteca, la leyenda del quinto piso es una historia que ha perdurado en la memoria de los bogotanos a lo largo de los años. Según la tradición popular, en el antiguo Discovery Club, existía un quinto piso que no aparecía en los planos ni en los registros oficiales del lugar. Este piso misterioso se decía que era un espacio exclusivo, reservado para los clientes más selectos y VIPs.

Se contaba que allí se celebraban fiestas privadas con un ambiente aún más exclusivo y lujoso que el resto del club en donde solo los más privilegiados tenían acceso a este misterioso nivel en el que encontraban áreas especiales de entretenimiento y servicio personalizado.

Foto de: Facebook | Pin’s producciones

Otra discoteca que dejó una huella imborrable en la historia de Bogotá fue la Discoteca Pin’s, inaugurada en 1996. Ubicado en la calle 50B Sur entre las carreras 35 y 36, acera oriental, en el barrio Fátima, Tunjuelito. Era un punto de encuentro para aquellos que buscaban una experiencia única. Los jóvenes se trasladaban hasta allí para disfrutar de presentaciones artísticas y sumergirse en el ambiente cultural que ofrecía.

Como Pin’s dejó una huella en quienes la visitaban, Bahía también lo hizo. Ubicada en la vía a La Calera, escenario de diversión y diversidad musical que cautivó a quienes la frecuentaban, apagó su brillo cuando un incendio redujo sus instalaciones a cenizas. Según una nota de El Tiempo, de 1996, el 80% de la discoteca quedó destruida, incluyendo las pistas de baile y la silletería. 

Por otro lado estaba Café Imperial, ubicado en la calle 82 con carrera 13 y que abrió sus puertas en 1981 convirtiéndose en un referente en la Zona Rosa de Bogotá. En aquel entonces, esta era una zona residencial y este establecimiento fue uno de los primeros lugares en abrir en esta área. Con su servicio de alta calidad, su coctelería internacional y su estilo art déco, este lugar se destacaba por complacer el paladar de sus visitantes con platos internacionales. 

Foto de: Facebook | Pin’s producciones

Pero también había un espacio para aquellos que vestían de manera extravagante y disfrutaban de un ambiente apocalíptico. La discoteca «Reina de Corazones« se convirtió en un escenario sorprendente y único, con su diseño espectacular y original, ofrecía noches temáticas llenas de sorpresas, como la presencia de un caballo, magos y muñecos de tamaño humano. El baile frenético, las acrobacias en trapecios y los momentos de locura hacían que la experiencia fuera mucho más que una simple noche de fiesta en una discoteca convencional.

La rumba en Bogotá ha evolucionado a lo largo de los años, pero ha mantenido viva la pasión por la fiesta y la música. Aunque estas discotecas ya no existen, su legado perdura en la memoria de quienes las disfrutaron y en la historia de la vida nocturna de la ciudad.

La fiesta continúa en Bogotá, la rumba no para y aunque han pasado 30 años desde aquellos tiempos, la música sigue siendo el alma de la diversión. ¡Que viva la fiesta, la vida y la música!

Por: Anamaría Buitrago Naranjo, Johana Viveros Velásquez y Freddy Santiago Porras Sarmiento

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