En el suroriente de Bogotá, entre las localidades de San Cristóbal, Usme y Rafael Uribe Uribe, se encuentra el Parque Ecológico Distrital Entre Nubes, una joya natural que ha resistido la embestida de la expansión urbana en una de las ciudades más densamente pobladas de América Latina. En este parque existe uno de los últimos ecosistemas de bosque altoandino del país.
Su diversidad es enorme, ya que se pueden encontrar más de 110 especies de aves de las cuales se han identificado el colibrí chillón, el copetón, y especies migratorias como el atrapamoscas. Además, cuenta con una rica flora que incluye frailejones, encenillos, arrayanes y siete cueros, plantas que desempeñan un papel vital en la regulación hídrica del área.

Pese a su importancia ecológica, el parque ha estado bajo constante amenaza debido a la expansión de los asentamientos humanos en sus alrededores y el desarrollo urbanístico descontrolado. Entre 2000 y 2010, el crecimiento de barrios informales en sus límites redujo significativamente algunas zonas verdes, poniendo en peligro su biodiversidad y sus fuentes de agua.
Entre Nubes es también una fuente hídrica crucial para Bogotá. Allí nacen quebradas como La Chiguaza, La Bolonia y La Yomasa, que surten agua a las localidades cercanas. Según datos del Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (IDIGER), estas fuentes naturales benefician directamente a más de 150,000 habitantes, quienes dependen del parque para el suministro de agua y para mitigar riesgos asociados a deslizamientos de tierra.
La lucha por la protección del parque no ha sido sencilla. Organizaciones comunitarias y ambientales han fomentado campañas de reforestación y actividades educativas para sensibilizar a la población sobre su valor ambiental. Estas iniciativas han logrado la siembra de más de 20,000 árboles en los últimos cinco años, ayudando a recuperar áreas deforestadas por habitantes del sector.

En 2018, la Alcaldía de Bogotá declaró al parque como una de las Áreas de Reserva, lo que le otorga un mayor nivel de protección frente a la expansión urbana. A pesar de esto, el parque sigue enfrentando desafíos, como la minería ilegal en zonas cercanas y la disposición inadecuada de residuos sólidos por culpa de barrios de invasión.
Pese a esto, el parque ecológico Entre Nubes no solo es un espacio para la conservación, sino también un lugar donde los ciudadanos pueden conectar con la naturaleza. Cada año, más de 50,000 personas visitan el parque para realizar senderismo, avistamiento de aves y participar en actividades de educación ambiental. Los senderos habilitados, como el de La Virgen y el del Mirador, ofrecen grandiosas vistas de la ciudad y permiten a los visitantes comprender la importancia de estos ecosistemas urbanos.

Y es que Entre Nubes es un ejemplo de la difícil relación entre el crecimiento urbano y la conservación ambiental. Su existencia depende tanto del apoyo institucional como del compromiso de los ciudadanos. En una ciudad donde según datos del IDIGER, solo el 1.7% del área está cubierta por reservas naturales, preservar espacios como este no es una opción, sino una necesidad. Mientras Bogotá sigue creciendo, Entre Nubes se mantiene firme como un recordatorio de que la sostenibilidad urbana no puede existir sin un equilibrio entre desarrollo y naturaleza.
Por: Jhon Alexander Rendón
Instagram: @alex._.rendon


