Pocas figuras han dejado una huella tan imborrable en la arquitectura de Bogotá como Rogelio Salmona. Considerado uno de los arquitectos más influyentes de Colombia, su obra va mucho más allá de la icónica Biblioteca Virgilio Barco. Con una visión clara de lo urbano y lo cultural, Salmona transformó el rostro de la capital, convirtiendo sus edificaciones en auténticas piezas de arte funcional.
Su legado en Bogotá no solo incluye edificios, sino que fusiona espacios públicos diseñados para integrar a las comunidades. Para Salmona, la arquitectura debía ser una extensión del entorno natural y social, una idea que plasmó en obras que hoy son referencia tanto en lo estético como en lo funcional.
Torres del Parque es un conjunto residencial ubicado junto a la Plaza Cultural La Santamaría (antigua plaza de toros), considerado como una de las obras más revolucionarias de este arquitecto. Son torres escalonadas que se adaptan al terreno montañoso de la capital, con un diseño que promueve la interacción entre lo privado y lo público, integrando jardines, caminos peatonales y espacios abiertos. Las Torres del Parque son consideradas un ícono de la arquitectura latinoamericana del siglo XX.
El edificio del Archivo General de la Nación está situado en el centro histórico de la capital. Es una obra que destaca por su grandeza y un diseño en torno a patios internos que rememoran las estructuras coloniales. El uso del ladrillo, las fuentes de agua y los espacios abiertos crean un ambiente que combina funcionalidad y contemplación, convirtiendo al edificio en un templo de la memoria histórica del país.
El Centro Cultural Gabriel García Márquez, ubicado en el barrio La Candelaria, fue terminado tras su muerte y es un reflejo de su estilo inconfundible. Diseñado para la difusión cultural, el espacio combina elementos modernos con referencias a la arquitectura prehispánica y colonial, destacándose por sus rampas, terrazas y un uso estratégico de la luz natural.
Para Salmona, el espacio debía ser democrático: los patios, fuentes y terrazas no eran simples adornos, sino herramientas que sirven para fomentar la convivencia y el sentido de pertenencia. Su obra también es un testimonio del potencial transformador del diseño. Mientras que muchas ciudades latinoamericanas se expandieron con construcciones caóticas, Salmona mostró que la planificación y la estética pueden ir de la mano.
Hoy su obra sigue siendo un referente para arquitectos y urbanistas. En una Bogotá en constante crecimiento, su legado nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de construir ciudades más humanas, sostenibles y respetuosas con su entorno. En palabras del propio Salmona: “La arquitectura no es solo para vivir, es para soñar, para recordar, para imaginar”.
Por: Jhon Alexander Rendón
Instagram: @alex._.rendon
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