Desde su origen hasta la actualidad, esta celebración ha sido fundamental en la fe de millones alrededor del mundo, siendo una de las festividades más respetadas en el calendario cristiano, que conmemora la última semana de Jesús en la tierra.
Desde su entrada en Jerusalén, seguida de eventos dramáticos que culminaron con su crucifixión y resurrección, cada momento de la Semana Santa lleva consigo una carga histórica y espiritual profunda.

El Domingo de Ramos, marcado por la llegada de Jesús a Jerusalén, es un símbolo de esperanza y anticipación para los creyentes. Las multitudes lo aclamaban como el mesías, extendiendo mantos y ramas de palma en su honor, un acto que desencadenó una serie de eventos que cambiarían el curso de la historia.
El Jueves Santo, día de la última cena, representa el acto de amor más excepcional según la tradición cristiana. Según los relatos bíblicos, Jesús compartió el pan y el vino con sus discípulos, estableciendo así la Eucaristía y ofreciendo un ejemplo eterno de humildad al lavar los pies de sus seguidores.

El Viernes Santo, día de la crucifixión, es el corazón mismo de la Semana Santa. En este día, los creyentes conmemoran el sacrificio supremo de Jesús por la redención de la humanidad. Su muerte en la cruz es recordada con solemnidad y devoción en todo el mundo cristiano.
Finalmente, el Domingo de Resurrección marca la muerte y el renacimiento de la esperanza. La tumba vacía de Jesús es un testimonio vivo de su divinidad y poder, un mensaje de alegría y salvación para todos aquellos que creen en Él.

La Semana Santa empezó a celebrarse en los primeros siglos del cristianismo. Fue en el año 325 cuando el Concilio de Nicea determinó la fecha de la celebración de la Pascua para la totalidad del ámbito católico occidental. Los primeros en observar la Semana Santa fueron los seguidores de Cristo entre los judíos, es decir, los primeros cristianos. Más tarde, los romanos cristianizados comenzaron a conmemorarla, como lo indican los registros más antiguos del siglo IV.
Sin embargo, a medida que el cristianismo se difundía por el mundo, la celebración de esta «Semana Mayor» se transformó en una mezcla de tradiciones, fusionando elementos cristianos con rituales paganos asociados a la llegada de la primavera. Procesiones, representaciones teatrales y rituales de penitencia se convirtieron en parte integral de la celebración en muchas partes del mundo.
Hoy en día, la Semana Santa se celebra de diversas formas en todo el mundo, desde las vibrantes y coloridas procesiones de América Latina hasta las solemnidades litúrgicas de Europa. Aunque los rituales y las prácticas pueden variar, el mensaje central de esta festividad perdura: la conmemoración del sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesucristo, así como la renovación espiritual que trae consigo. La Semana Santa continúa siendo una oportunidad para la reflexión, la devoción y la comunidad, uniendo a millones de personas en todo el mundo en la celebración de su fe.

En este mundo en constante cambio, la Semana Santa sigue siendo un recordatorio poderoso de valores eternos de amor, sacrificio y redención. A través de sus rituales y reflexiones, los creyentes encuentran inspiración para vivir vidas de servicio, humanidad y esperanza, siguiendo el ejemplo de Jesucristo hace más de dos mil años.
Por: Elián Puello, Tatiana Rodríguez, Nelson Vera, Juliana Vargas.