Escritos

Una mirada al rock de ayer y hoy con Manolo Bellon

A través de los años, muchas generaciones se ven influenciadas por diversos estilos de música, sonidos y letras que acompañan a las personas en su desarrollo, envolviéndolos en un mundo nuevo al cual ya no se puede renunciar.

Manolo Bellon es un ícono para los colombianos que crecieron escuchando sus programas y aprendiendo junto a él lo maravilloso que es el mundo musical colombiano e internacional, dando una visión más allá de lo que está de moda.

El Boom: ¿Desde qué momento nace el gusto por el rock?

Manolo Bellon: Comencé a aficionarme al rock en 1955 cuando escuché por primera vez el compás del reloj (Rock Around the Clock de Bill Haley y sus cometas). Más adelante llegó Elvis Presley con todo el fenómeno del rock and roll y desde entonces estoy enganchado con esto, ya son, pues, un puchito de años.

EB: ¿Qué desafíos o retos tuvieron que vivir los artistas en los inicios del rock en nuestro país?

MB: Hay que arrancar por el hecho de que el rock comenzó más temprano. Digamos que el rock pop inició en México, Argentina, España, entre otros países, debido a que no habían las restricciones que había aquí para los instrumentos por la inexistencia del mercado. Aquí no se podía comprar una guitarra eléctrica, una batería, había que importarla, pero la ley de importación era muy complicada.

Cuando el rock and roll comienza en los años 50, en Colombia realmente inicia durante los años 60, atrapando con su magia a personas que más adelante empiezan a trabajar en este medio musical como Los Speakers, Los Flippers, Los Yetis, Diablos Del Ritmo, Los Young Beats, The Time Machine, entre muchos otros. Todos tienen en común que comenzaron haciendo copias de lo que escuchaban y eventualmente encontraron su propio sonido, creando grandes éxitos como “Rancho / Barra Cruzada” de Los Speakers.

Recuerdo que para el álbum “En el maravilloso mundo de Ingesón” de Los Speakers, que es uno de los grandes álbumes del rock colombiano, ellos tuvieron a su disposición, por primera vez en Colombia, un estudio de ocho canales y, aunque suene como una locura actualmente, ellos aprovecharon al máximo esos recursos para grabar este disco, lo cual no era nada comercial. Allí es donde está esa semilla del rock colombiano y la forma tan rápida en la que se desarrolló.

EB: ¿Cómo describiría la identidad sonora y lírica del rock colombiano?

MB: El rock colombiano, en cuanto a sonido, fue bastante primitivo, hay que decirlo. No había recursos técnicos en un principio para hacer las grandes producciones, por eso hago énfasis en el álbum “En el maravilloso mundo de Ingesón” cuando tenían a su disposición un estudio de 8 canales que permitió hacer una grabación realmente espectacular.

Los otros grupos también comenzaron a tener acceso a dichos estudios, lo que permite que Los Young Beats, que se volvieron The Time Machine, empezaran a explorar diversos sonidos, por supuesto, también Los Flippers, entre otros. Caso distinto el de Los Yetis de Medellín, un grupo que se mantuvo más bien dentro de la línea del rock convencional, pero en las canciones que iban escribiendo exploraron temas de adolescencia, juventud, etc.

Con el paso del tiempo, eventualmente, y hablo de Los Speakers específicamente, mencionaron temas como la Guerra de Vietnam, el mundo, sus dificultades, las relaciones, es decir, la manera en la que el adolescente se relacionaba con el mundo que no entendía del todo. Nos parecía y tengo que incluirme, como otro cuento, como algo atrasado.

EB: En conversaciones con otros representantes relevantes dentro del rock colombiano, como Jorge Mackenzie de Neurosis, salió a relucir el tema de las líricas hablando sobre tópicos mundiales y sociales como el accidente nuclear de Chernobyl, llevándonos a pensar que varios artistas del rock en Colombia han hablado sobre luchas sociales.

MB: Claro que sí, pero eso ya viene después. Si volvemos a los 60, en esa época ya se habla sobre la realidad de la juventud, inclusive, aunque no es rockero, Pablus Gallinazus, hizo algo que llamaban “canción protesta”, que después para suavizarlo un poquito lo cambiaron a “canción social”, que fue lo mismo que hicieron los mismísimos Génesis o Ana y Jaime cuando hablaban del imperialismo Yankee y de la forma en que nos roban nuestros productos.

La canción de Pablus Gallinazus que se llama “Mula revolucionaria”, habla sobre la revolución guerrillera, la cual dice: “Baja una mula del monte que viene montando Ramón, Mula revolucionaria, baja la revolución”, mostrando la realidad que los colombianos vivían en ese entonces.

Muchos más artistas y canciones se crearon en esa época que hablan sobre la realidad de ese momento en el país, no necesariamente lo que estaba pasando internacionalmente, que sí, de acuerdo, Jorge Mackenzie con Neurosis tocaron el tema con respecto a Chernobyl, debido a que era una preocupación mundial, pero ya en el pasado ese tipo de temas sociales se venían tocando en el rock colombiano.

EB: ¿Cuál considera que sea la relación y la importancia de este género dentro de las luchas sociales?

MB: Toca remitirse otra vez a los años 60 en todo el mundo. El rock fue como el vocero de las inquietudes sociales, políticas e incluso, en algunos casos, económicas. O sea, cuando uno escucha canciones de los Rolling Stones, de los Beatles, ni hablar de grupos como The Eagles o hablar del rock pop americano, inglés y demás. Pero, ¿Igual sucedió en Alemania, no?, lo mismo en Argentina, país cuyo caso es dramático, especialmente en los años setenta cuando las dictaduras y los gobiernos de facto censuraron esta clase de cosas.

Personas bien pilas como Charly García le encontraron quiebres a este tipo de situaciones y trabajaron la protesta a través del simbolismo. El rock es de pronto ese estilo de música que mejor ha reflejado esas inquietudes en Colombia y en otros países.

EB: ¿Cuál de las fusiones o mezclas musicales en la escena del rock considera que sean las más importantes para usted?

MB: Las primeras referencias que tengo de fusiones de rock con ritmos autóctonos propios en América Latina, son de México. Cuando este país hizo una simpatiquísima canción de La Cucaracha Twist, tomaron la canción clásica de La Cucaracha y le pusieron un ritmo rockerito.

En Colombia, tal vez el primer esfuerzo en ese sentido fue curiosamente de un grupo conformado por gringos, llamado WAWANCO, cuyos padres vivían y trabajaban en Colombia. Ellos hicieron una versión de “Santa Marta tiene tren, pero no tiene tranvía” y “Se va el Caimán” en rock. Eso fue un abrebocas para que después agrupaciones como Génesis comenzaran a intentar otros ritmos.

Yo recuerdo haber estado con “Humito” (Pedro Humberto Monroy Gil), sentados en una cafetería sobre la veinte con octava, en donde él me decía: “es que yo quiero agregarle elementos folclóricos a la música que hago, o al revés, meterle rock a las cosas folclóricas”, y es allí donde nace el fenómeno Génesis. Canciones como Cumbia Cienaguera en versión Génesis es una obra monumental.

Entre otras cosas, alguna vez le preguntaron a Rafael Escalona que qué opinaba sobre esas fusiones, y él dijo: “Es la deformación de la música folclórica colombiana más berracamente bien hecha que he escuchado”. Entonces, Génesis en ese sentido son realmente los grandes pioneros de las fusiones.

EB: ¿Qué debería hacer el rock para que no muera? ¿Qué consejo le daría a los nuevos artistas que no saben por qué línea sonora escoger?

MB: Pues yo estoy convencido de que el rock no está muerto y no se va a morir. El rock tiene que evolucionar, de hecho, cuando uno escucha grupos como Muse o como Strokes, estas agrupaciones no se parecen mucho al rock que hacía Aerosmith, U2, Led Zeppelin, Deep Purple, entre otros. Ahí hay un rock que ha evolucionado hacia los instrumentos, un poquito más electrónicos.

Yo creo que el rock lentamente va a encontrar caminos y los músicos, en mi concepto, no es una verdad revelada, deben ser fieles a lo que les gusta, pero también tienen que ver cómo pueden fusionar, no necesariamente con ritmos folclóricos o alguna cosa así, pero sí evolucionar el sonido y las líricas. De pronto ya no se necesitan tanto las baterías aporreadoras o las paredes que hacían la fusión del bajo y la batería en los 70 y 80, sino encontrar otros campos.

EB: ¿Qué opina acerca del debate sobre continuar con las fusiones rítmicas del rock o mantenerse en rock clásico y “puro”?

MB: Cuando tú haces música, cuando haces cualquier forma de arte, de hecho, es un medio de comunicación, tú lo que quieres es llegar a la gente. Si quieres llegar a cinco gatos, perfecto, si quieres llegar a un millón de gatos, está bien.

Yo valoro mucho a los puristas, aún cuando, la definición de puristas es discutible, ¿qué es puro?, ¿qué es rock puro?, ¿dónde está el rock puro?, el rock puro no existe, porque el rock es una fusión de una cantidad de cosas. Entonces, decir, “Lo que pasa es que yo hago rock puro”, pido perdón, pero me reiría en la cara de esa persona, porque es un contrasentido.

Ahora, los artistas que dicen “mire, yo quiero hacer un sonido más comercial, yo quiero llegar a más público”, me parece absolutamente válido. Todo el mundo quiere vivir de su arte.

En este libro que escribí (El ABC del rock: todo lo que hay que saber), yo arranco con la historia del rock en los años 20, en el blues, género que comienza a recibir influencias del gospel. Es más, en alguna parte del libro comento que el blues es como una madre generosa, amplia y querida que recibe todas las influencias, tanto de la música country, de la música religiosa blanca, de la música religiosa negra, de los géneros más bailables, entre otros, lo que termina siendo el caldero en donde nace el rock and roll, pero cuando uno mira hacia atrás, el blues tampoco es un género original, sino que es resultado de fusiones.

EB: ¿Cuál es su Top 5 de artistas que actualmente le gustan?

MB: De lo que está sonando actualmente, yo tengo gustos especiales por Billie Eilish, me parece una artista supremamente interesante, entre otras cosas, presentarse en el Festival Estéreo Pícnic, solamente con el hermano tocando y ella cantando, es algo increíble. Uno se ha ido acostumbrando a los excesos en el escenario, entre más producción se meta, es mejor, hasta el punto en que el público se centra más en el espectáculo que en el concierto o el artista.

También me encanta Strokes, me encanta Muse, me encanta Florence and the Machine, para hablar de algunos artistas actuales, cuyos lanzamientos me interesan profesionalmente y personalmente para ver lo que está pasando con la música hoy en día. Sin embargo, yo prefiero escuchar mi rock and roll, mi música de los 60 y 70, que son las canciones de mi juventud y que las guardo en mi corazoncito.

EB: ¿Qué consejo le daría a los nuevos artistas con respecto a los desafíos de la globalización?

MB: Eso es muy sencillo, los artistas de hoy en día, ustedes, nosotros, tenemos una cosita que se llama redes, tenemos una cosita que se llama TikTok, tenemos una cosa que se llama Spotify, tenemos redes a la lata que los artistas deben explotar, subir cosas ahí, mostrarlas y finalmente van a lograr internacionalizarse. Hoy en día no se puede hablar sobre una música local, todo es música global, porque las redes lo son.

Podemos afirmar que el rock no está muerto, sino que ha mutado y se ha reinventado para adaptarse a los tiempos modernos. La energía y la rebeldía que caracterizan a este género musical siguen cautivando audiencias de todas las edades alrededor del mundo. La pasión de los músicos, la devoción de los seguidores y la huella imborrable que ha dejado en la historia de la música son pruebas irrefutables de su inmortalidad.

Poco a poco, nuevos talentos se suman a la escena y los clásicos siguen resonando en el corazón de los fanáticos, el rock continúa siendo un género vibrante y lleno de vida que seguirá dejando una marca perdurable en el panorama musical en las generaciones venideras.

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